«¿Voltearepas?»

Mis viejos amigos liberales, hoy uribistas, lloran a moco tendido dizque porque Santos se les voltió. Estos liberales se volvieron de extrema derecha.

“Ese Santos es un traidor, un voltearepas”, es el grito herido  de todos mis amigos godos y uribistas. No los contradigo, pero me llevan a recordar la época cuando el voltearepismo acabó con el fortín electoral de la “casa de mármol” que con fuerza y disciplina de gran cacique manejaba Bernardo Guerra Serna con el simbólico: “socios y socias del gran partido liberal”.

Cuando Uribe Vélez se le volteó a Guerra y fundó el partido DLA sector democrático, se escuchaba un canto lastimero: “Nos robó los símbolos, el himno y el escudo y sin pudor empezó a ofrecer dádivas a nuestros copartidarios”.

Más tarde, se voltearon: Darío Londoño, Armando Estrada Villa, Mario Uribe, mi amigo y paisano César Pérez García, Héctor Quintero Arredondo y sería largo  citar nombres de los que se fueron a fundar partidos de garaje de rápida extinción. La casa de mármol sigue enhiesta con su viejo guardián.

Porque el  viejo Directorio Liberal de Antioquia no ha muerto. Bernardo Guerra Serna se hizo grande cuando le arrebató las banderas del partido a la oligarquía liberal antioqueña, bajo la consigna: “Vamos a sacar el partido del whisky y las componendas de las mullidas butacas del Club Unión y volverlo al pueblo de Gaitán y Uribe Uribe”. Guerra se apoderó de la roja bandera e hizo tremolar el trapo rojo con Germán Acevedo y Chito López en el Bajo Cauca.

Los hombres que siguen al lado de Guerra miran con preocupación las reuniones de algunos guerristas y familiares que vuelven a sentarse en los cómodos sillones del nuevo Club Unión del edificio San Fernando, en El Poblado.

Yo no voté por Santos y por eso no me quejo, pero  mis viejos amigos liberales, hoy uribistas, lloran a moco tendido dizque porque Santos se les voltió. Estos liberales se volvieron de extrema derecha y sin puestos, mientras que los godos siguen mandando. Por algo gobernaron con Uribe, Samper, Gaviria, López y los otros. “No ganamos elecciones, pero seguimos mandando”, me dijo un viejo amigo laureanista.  Guerra y yo seguimos siendo liberales, tal vez, menos sectarios, pues ahora apoyamos a Santos.

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