El sí y el no del dólar

Los arruinantes catastros, valorización, industria y comercio, gravámenes a los vehículos, peajes y la catarata de impuestos hacen de nuestra patria campeona alcabalera.

¿Es bueno o malo que el dólar se desplome?¿Están Colombia y el mundo inundados por el dólar? Los más connotados economistas del país y del mundo sostienen que la reevaluación sería más desventajosa que ventajosa para las economías del planeta. Las reevaluaciones disminuyen drásticamente las exportaciones, pero también benefician a los comercios y los consumidores. Como cosa rara y atípica, en Colombia se incrementaron las exportaciones a pesar de la caída del dólar y el robustecimiento del peso. Desde hace cuatro años más o menos se incrementaron las exportaciones mineras; sin embargo, con la entrada en vigencia de los TLC se nota un incremento de las importaciones.

Paul Krugman, Nobel de economía, autor del último tratado de macroeconomía, sobre cómo debe acabarse la crisis, es partidario de la devaluación y la depreciación monetaria. Comenta que reduciría los costos laborales y otros gastos internos hasta un punto que los gobiernos puedan exportar lo bastante, no solo para cubrir sus importaciones sino para pagar sus deudas en divisas extranjeras. Este concepto ha sido muy debatido por otros economistas.

Colombia y el sector privado le deben a los bancos extranjeros la enorme bicoca de casi 80 mil millones de dólares. Esta astronómica cifra, que al parecer obligó al Gobierno efectuar la última reforma tributaria –que apretará bolsillos como nunca antes había sucedido, sumada a los arruinantes catastros, valorización, industria y comercio, gravámenes a los vehículos, peajes y la catarata de impuestos que hacen de nuestra patria campeona alcabalera en apretar economías de ciudadanos que ya no pueden con tanta asfixia impositiva.

El concepto macroeconómico generalizado de que países poderosos tienen moneda fuerte es un paradigma de crecimiento sostenido y prelación en el ‘ranking’ del grupo de las naciones del primer mundo. Moneda fuerte, país fuerte económicamente. Moneda débil, país en crisis, parece ser la premisa básica de la economía globalizada. Sin embargo, los países en desarrollo no parecen estar preparados de manera inmediata cuando nuestras monedas se fortalecen. Colombia es un ejemplo de ello, y sus exportaciones no son competitivas por tener una fuerte revaluación de su moneda. La hegemonía del dólar ha estado respaldada tradicionalmente por su estabilidad y confiabilidad, hecho que actualmente se pone en duda ante la devaluación que ha sufrido ante la moneda europea, el euro, que en cinco años ha caído en un 38 por ciento.

Las causas más conocidas que producen reevaluación son: el déficit fiscal, que logra que el Gobierno –para atender el principal factor de inestabilidad de nuestra economía que es el gasto público– se endeude hasta los tuétanos en el exterior. Al endeudarse llega una cascada de dólares. Como debe utilizarse en pesos contantes y sonantes en el país, debe salir a vender las divisas en el mercado cambiario, como los bancos, con el consabido reguero de dólares en la nación.

Adicionalmente, el Estado vendió una cantidad de empresas como Ecogás, Acerías Paz del Río, bancos, empresas de servicios públicos, que han generado una cantidad de dólares en el mercado y que indiscutiblemente jalonaron la baja en la divisa.
La minería y las riquezas del subsuelo generan cataratas de dólares, y se avizora también la enfermedad holandesa. Este síntoma no es más que muchos dólares que ingresan al país fortaleciendo la moneda, revaluándola y poniendo en peligro la competitividad de la industria para exportar.

La seguridad democrática y las normas que protegen al capital foráneo también han dado confiabilidad a la inversión extranjera, y esto lógicamente genera dólares para ser diseminados en empresas diversas. Algo más de tres mil millones de dólares en remesas de los colombianos en el exterior para el bien de sus familias llegan anualmente y fortalecen el peso ante el dólar.

El esquema de ventajas y desventajas podría ser considerado de la siguiente manera:
Se perjudican el sector exportador, primordialmente el agrícola. El café, algodón, banano y las flores, cueros y marroquinería, entre otros, han sufrido las consecuencias.
Hace algún tiempo las pérdidas del sector bananero superaron los 55.000 millones, y las del cafetero fueron cercanas a los 200.000 millones. Los floricultores también llevaban pérdidas acumuladas de algo más de 70 millones de dólares y perdidos más de veinte mil empleos…

En cuanto a los beneficiados, el colombiano medio tiene mayor oportunidad de viajar, adquirir vehículos y maquinarias, adecuar sus talleres y empresas. El Estado también se beneficia pues al adquirir deuda en dólares caros, ahora mismo paga los dólares más baratos.

Pierde quien adquiera créditos más caros en la banca nacional ya que el Banco de la República subió los intereses para los créditos, aunque esta tendencia la ha revertido ante síntomas de enfriamiento económico. El crédito de consumo y su cartera se podrían deteriorar, no tanto por la reevaluación sino por la obstinada terquedad de los sabios del Banco de la República al subir los intereses y tirarse el comercio, la industria y la construcción.

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