El Chocó de Gurropin

Llegaron monjas, curas y cachetones rojos como un tomate, a tratar de enseñar español y religión.

Gustavo Rojas Pinilla,”Gurropín”, asumió el poder el 13 de junio de 1953, a través de un golpe de estado contra Laureano Gómez, derrocamiento recibido con regocijo por el partido liberal .Pero después los conservadores le exigieron a Rojas desligarse de los chusmeros liberales que indultó, sin que pagaran un solo día de cárcel y este comenzó a tomar medidas para conservatizar regiones de tradición liberal donde sus copartidarios carecían de votos. En 1954 dictó dos decretos para dividir el departamento del Chocó en tres partes que compartirían Antioquia, Caldas y Valle. Los chocoanos desplazados integraron comités de protesta en todos los pueblos y ciudades del país, siendo la más numerosa en la Costa Atlántica: “No aceptamos que nos manejen con ruana ni ponchos, un negro conservador, es música que no suena, es un parche en una nalga cuando el dolor es de muela”. A esta protesta también se unieron los conservadores laureanistas que ya preparaban el contragolpe con el jefe liberal Alberto Lleras Camargo. Los decretos fueron echados al canasto del olvido.


Otro departamento que aún se queja es la isla de San Andrés. Rojas acuatizó en un hidroavión Catalina. La bonanza de la dictadura le permitió construir el aeropuerto que lleva su nombre. Fue entonces que empezó a llegar la invasión de cachacos en los poderosos DC4 de Avianca, pues les daba miedo viajar por mar.
Tuve la oportunidad de oír la queja de un viejo isleño, sentado bajo un frondoso palo de mango: “Llegaron las monjas, los curas, los blancos cachetones rojos como un tomate, a tratar de enseñarnos español y la verdadera fe”. Dicen que enseñaron poco, pero en cambio consiguieron su jubilación y se apoderaron del comercio. El Bajo Cauca también recibió con alegría el golpe de estado de Gurropin. Jorge Ortega bautizó su cafetería de la esquina con el nombre de “Café 13 de Junio”. El alcalde Carlos Jaramillo obligó reemplazar el nombre de Teatro Zaragoza por el de “Gustavo Rojas Pinilla”. Este local de propiedad del municipio, hoy Casa de la Cultura, me fue adjudicado con un canon de arrendamiento de 60 pesos mensuales y allí presenté las mejores y más taquilleras películas mejicanas y americanas, solo la burocracia me hizo abandonar estos buenos negocios, pero no me pesa.

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