Montería: Calificar el embalse de Urrá, como «guardián del agua», en estos tiempos de sequía, de verano intenso y de inminente presencia del Fenómeno del Niño, talvez le importe un bledo a los sedientos habitantes de la zona costanera de Córdoba o a los que habitan en las ardientes praderas de Sahagún, San Andrés de Sotavento o Planeta Rica y Pueblo Nuevo. Ellos no están a orillas del Sinú como Cereté, Tierralta, Montería, San Pelayo o Lorica y su ponderación es distinta a los primeros. Urrá esgrime dos fortalezas en estos tiempos de sed y calor: Parar en inviernos a impresionantes crecientes que de otra manera habrían provocado graves inundaciones, muerte y desolación río abajo.
El embalse las almacena y le da salida gradual como si nada hubiera pasado, según explica el ingeniero Rafael Piedrahita, gerente ambiental de la empresa. Tanto es asi que en Montería casi nunca saben de esas hazañas. La segunda es la regulación que mantiene sobre sus aguas embalsadas. Urrá no se emociona generando energía a dos manos por tener el embalse lleno. Tiene que ceñirse a una franja de manejo de «caudales ecológicos» acordada con el Minambiente durante todo el año y desde octubre del 2010. Esto significa que hay valores topes arriba y abajo, como el mínimo de 75 m·/seg, en verano. Durante el periodo 2013-2014 el aporte de las lluvias fue menor que las descargas que Urrá le hizo al Sinú pero ha logrado mantener el equilibrio requerido y proyectarse hasta más allá de diciembre de este año, pensando en las embestidas calenturientas que está preparando el bendito Niño Por fuerte que sea el verano, la sequía o el Niño que viene, Urrá le dará agua suficiente al Sinú. Y vivir cerca de éste es una ventaja que en agradecimiento permite llamarlo «el guardián del agua», aunque a los no ribereños les siga importando un bledo…