Derechos humanos y desarrollo

Que el pueblo vea en la educación el combustible del avión que elegimos abordar.

Todos los días hay quienes se divorcian para luego descubrir, que el hogar no puede ser un ring y que vale reconocer que en las diferencias es que nos encontramos. Hoy notamos que también la política y el poder están pasando por lo mismo, se están divorciando, todo porque la mayoría de nuestros dirigentes, no han sabido leer ni hablar el mismo lenguaje de las comunidades.
Excelente poder contribuir a una campaña pedagógica que permita comprender, que no podemos seguir acolitando a los dirigentes que se empeñan en elogios a la ignorancia, porque tiene que sorprendernos que la educación no ocupe el lugar que le corresponde en esta subregión.
Cuando quienes entrenen a nuestros niños, niñas y adolescentes en las diferentes disciplinas deportivas o culturales, sean personas idóneas en lo que hacen, el talento de nuestra gente tendrá el eco que requerimos y merecemos; cuando al interior de las instituciones educativas exista una verdadera corresponsabilidad con el proceso de formación, la educación empezará a transitar por la ruta de la calidad. Y este ejemplo general, implica también entender, que no estamos dispuestos a permitir nunca más, que una persona sin formación académica, sea quien tome en sus manos el bisturí para intervenir quirúrgicamente a las personas que amamos.
Esta reflexión más allá de pretender herir susceptibilidades, lo que realmente sí está persiguiendo es que el pueblo vea en la educación el combustible del avión que elegimos abordar.
El ejercicio efectivo de nuestros derechos sólo puede predicarse en un escenario de estricto respeto a la Constitución y la Ley. No es posible el desarrollo local sin visión y cada vez somos más los que compartimos, que de nada sirven unos ojos a un cerebro ciego.

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