Qué bueno sería que los comunicadores se alarmaran por el color bermejo que corre por calles, ríos y quebradas de mi tierra.
Hay cosas de las que no quisiera hablar, por volverse monotemáticas. Pero “ese otro río” siempre manchado de sangre vertida a sus aguas por los enemigos de esta paz que reclama mi región, mi pueblo, mi patria, mi gente, me hace lanzar el lamento repetido, sin eco pero con el espacio, siempre abierto de TIERRA CALIENTE.
Nuestros hermosos ríos se han convertido en caudalosas lágrimas de sangre, incluyendo el Magdalena y el Cauca que recorrimos viajando desde Magangué en la lancha Angulo, la Candelaria, la Guadalupe y otras de gran calado como los remolcadores Santa Leonor y Santa Paula distribuidores al por mayor desde pastillas para el dolor de muela y surtidores inmensos de combustible en tanques de más de treinta mil galones, descargando sus productos en Achí, Guaranda, Tenche, Galindo, San Jacinto, Nechí, Las Flores, Cuturú, Puerto Claver y El Bagre, puerto final de la empresa Mineros S.A.
Las batallas en montes y ríos acabaron la navegación de gran calado y a las muertes se agregó la extorsión, la destrucción de vehículos, los asaltos, el sicariato, las amenazas en panfletos y la corrupción que se extiende como un monstruo de mil cabezas de voracidad y gula, como un cáncer que carcome la sociedad.
El río Porce, al pasar por Medellín con este mismo nombre, se tiñe, periódicamente de varios colores, arrojados a las aguas por los deshechos de las textileras, con gran escándalo de la prensa escrita y hablada. Qué bueno sería que estos comunicadores se alarmaran por el color bermejo que corre por calles, ríos, y quebradas de mi tierra.
Epígrafe: Gracias a todos los amigos que me hicieron llegar su saludo solidario durante la grave enfermedad de la cual estoy en recuperación.
¡Hay «Chito» para mucho rato¡