Niños emberas empezaron a escribir,

CABILDO INDÍGENA TUIS TUIS, Tierralta, Córdoba. Una nueva generación de emberas que permitirá descubrir talentos, remozar su cultura y reforzar su identidad, se está abriendo paso sin mayores aspavientos entre las montañas y estribaciones del parque Paramillo, el área sureña cordobesa desconocida por un alto porcentaje de sus habitantes urbanos.
Los emberas, que ocuparon grandes extensiones de tierra en todo el Caribe colombiano se fueron replegando hacia la selva en la medida en que avanzaba la «civilización» del hombre blanco. Ese proceso comenzó cuando el español apareció en la escena y con mosquete y espada o la ayuda de una cruz, inició el exterminio a sangre y fuego o la salvación. Durante los últimos tiempos, aparecieron grupos armados ilegales que completaron su tragedia, al ser desplazados, despojados o asesinados.

La antropóloga Melba Maldonado y el linguista Rito Llerena, dos profesionales que están enseñando a los emberas a ser autosostenibles y a recuperar su escritura. Una tarea silenciosa, humana y titánica.

Por último, la construcción de la hidroeléctrica de Urrá generó nuevos desplazamientos y reasentamientos simultáneos. La empresa Urrá los indemnizó, les paga un subsidio mensual durante 20 años, los ubicó en otros lugares que escogieron, les dió tierras dentro y fuera de sus resguardos, les enseñó a aprovechar más sus cultivos y a volverse autosostenibles. Y a pesar del dolor de cabeza que significó esta empresa para ellos, es esta misma empresa la que ha contribuido también a su recuperación de identidad y cultura.
A diferencia de los zenúes, los emberas conservan mucho más su lenguaje oral. Pero desde hace varios años, se trabaja en el rescate de la escritura embera, gracias a una títánica labor de un equipo de profesionales, entre los cuales se destacan la antropóloga bogotana Melba Maldonado y el linguista cartagenero, Rito Llerena Villalobos. Rescatar la escritura, significa que podrán escribir en sus cuadernos los vocablos que sirven para identificar sus nombres, su entorno, sus tradiciones y su pensamiento. Significa que con el tiempo se podrán editar textos y libros en embera y ganarían más el respeto de culturas diferentes a la suya que a veces los menosprecian o miran despectivamente. Pero esto no es todo. Hay 42 jóvenes bachilleres indígenas que estudian Pedagogía en varias universidades. A los dos años egresan como normalistas superiores, saben leer el embera y están enseñando a los menores de sus cabildos. Los niños de las fotos, que pueden llamarse Pedro, Juan o Kimi, ya escriben muchas palabras y representan un esplendoroso futuro. Una maravillosa revolución. Sin disparar un tiro.

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