SAN BERNARDO DEL VIENTO, Córdoba.-Desde muy pequeños, los niños de la desembocadura del río Sinú, en las Bocas de Tinajones, se acuestan y se levantan compartiendo vivencias con el gran caudal. Aprenden a hundir, a nadar, a lanzarse desde ciertas alturas y a andar como pez en el agua. Es parte de su tradición secular, de la herencia zenú o simplemente de su cultura anfibia. A pesar de la existencia de caimanes en los alrededores y de la proximidad del mar, disfrutan felices su niñez.