Querida María del Pilar

María del Pilar, usted no puede seguir huyendo. Quizás sea el momento de contar de una vez por todas la verdad que ha cargado, en lugar de seguir tratando de justificarla.

Bogotá.-Muchos sábados desayunamos juntos. La última vez fue en julio de 2010. A usted le gustaba ese pequeño restaurante de la Carrera Quinta. Casi nunca había otros clientes y los meseros tenían la buena costumbre de mantenerse alejados. Se podía hablar y en ocasiones reír. Pocos conocen su sentido del humor fino y socarrón. Le gusta usar el sarcasmo y encaja bien los contragolpes. Es usted una conversadora ingeniosa y hábil.
La mayor parte de los encuentros sucedieron cuando usted ya era una ex funcionaria aunque mantenía una tensa cercanía con el Gobierno.
En uno de los desayunos me contó cuánto me odiaban en la Casa de Nariño y el deseo inmenso de la familia presidencial en pleno de hacerme daño. En otra ocasión se le escapó –o quizás quiso decirlo– que un fotógrafo que el DAS usó para implicar a Yidis Medina en delitos terminó extorsionando al Gobierno.
Yo recordaba bien el caso, después supe, por boca de un testigo ocular, que la operación de desprestigio fue financiada por Juan Carlos Sierra, alias el Tuso, desde la cárcel de Itagüí.
Hubo otro par de cosas que usted dijo que me llevaron a pensar que el gobierno de entonces man-

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