Finqueros y ganaderos tienen una deuda con el río Sinú: devolver el espacio hurtado de sus humedales.
Vereda El Campano, Lorica.- Al monteriano Daniel Sánchez Arteaga lo encontramos masticando recuerdos en esta vereda, donde hace menos de 20 años el bocachico aún retozaba y otras especies no menos importantes le hacían la corte.
Sánchez Arteaga, de 63 años, fue profesor de Educación Física y Deportes del Sena y pertenece a la generación de cordobeses que vivieron la bonanza del río Sinú. Desde muy niño se crió en El Campano en casa de tíos y abuelos, en medio de canoas, anzuelos, atarrayas y pescado. Son tiempos tan memorables que hacen escapar una furtiva lágrima de tristeza y nostalgia, al evocarlos. Abundaban mojarra amarilla, hicotea, barbul, moncholo, liseta, pato real, pisingo, chigüiro y cacó (gallina pintada). «Hay que reconocer que la pesca no tenía control. En la ciénaga Grande del Bajo Sinú (antes Ciénaga de Lorica) extendían transmallos hasta de cientos de metros para capturas mayores. A San Sebastián, Purísima y Momil llegaban camiones a embarcar el bocachico con destino a Barranquilla, Medellín y otros lugares. En esa época la yalúa -un pez de menor tamaño y buen sabor- servía de alimento para cerdos lo mismo que el papoche (variedad de plátano más pequeño). El Sinú siempre suministraba comida y posibilidad de ingresos adicionales».
Daniel vio desde niño el proceso de desecación de ciénagas, que hoy mantienen en jaque a los pocos recursos que quedan. «El empresario Elías Milane compró cerca de 60 hectáreas en El Campano y luego fue desecando la ciénaga de alrededor, duplicando sus extensiones. Los Pupo segaron los humedales de la finca La Floresta, de 800 hectáreas».
Una vez construido Urrá, el bocachico, que no se reproduce en aguas quietas, intentaba subir, chocaba contra el muro de la represa y regresaba a regañadientes hacia Betancí y la Ciénaga Grande. El Gobierno sembró tilapia, especie exótica del Amazonas, porque se reproducía en aguas quietas. Pero no tuvo en cuenta su voracidad y terminó devorando las especies nativas.
«Cosas como éstas, me hacen pensar que en las dependencias ambientales del Estado, -Inderena, CVS, Minambiente, etc-, se improvisa mucho con tanta abundancia de zanganócratas».