Los antioqueños son gente trabajadora, emprendedora e inteligente y sólo deberían respirar calor de hermanos.
En Medellín ocurren enfrentamientos de grupos criminales en la mayoría de las comunas. También se viven crisis cuyas dimensiones aún no han sido asimiladas por las autoridades civiles ni la propia comunidad. Las gentes no quieren hablar y las “falencias” no se desarraigan oportunamente: la pobreza sigue ahí, además del desempleo y la inequidad. Lastimoso que las zonas más pobres de Medellín, sean las afectadas por la desgraciada turbulencia. Y se ven y sienten los desplazamientos, cuyas causas son, entre otras, amenazas directas, que dan cuenta de la vulnerabilidad en que están niños y adolescentes y asesinatos en inmediaciones de colegios. Algunos educadores han sido amenazados. Siendo como son los antioqueños gente trabajadora, emprendedora e inteligente, en la querida capital debiera sólo respirarse calor de hermanos. La política de seguridad debe fundarse en amplia participación ciudadana, en clara militancia del pueblo íntegro. Las universidades, la iglesia, las empresas privadas, sabido es, desempeñan un papel de importante relevancia. Y se sostiene que “no existe un modelo que permita respaldar una política razonable, si contraría la voluntad popular”. No es optimismo exagerado anhelar que pronto hemos de sentir el trino de polícromas aves cantoras, orquestando sonoras sinfonías de sosiego y amorosa fraternidad. ¿Por qué? Pues no todo es amargo en estas tierras: hay coyunturas que nos recalcan que tenemos paraísos. Y un vivir en paz cotidiano…