Estos hechos que producen indignación al pueblo colombiano, son aceptados tácitamente por el gobierno de Santos.
Es bien sabido por la comunidad internacional, que Venezuela es un país gobernado ilegítimamente por Maduro, donde escasean los productos básicos de la canasta familiar, donde hay que hacer largas filas para conseguir harina para las famosas y ricas arepas venezolanas; donde no puede enfermarse porque los hospitales carecen de insumos básicos para atender pacientes graves y de drogas para mitigar sus dolencias. También es sabido que en Venezuela no se puede protestar pacíficamente porque se es encarcelado sin derecho a defenderse, donde la inseguridad es latente, donde está limitada la cantidad a sacar de un cajero automático y donde uno no se da cuenta de lo que pasa en su entorno, porque los medios de comunicación solo pueden informar lo que le conviene a la revolución.
Además de todo lo anterior, Venezuela es un país donde se violan flagrantemente los derechos humanos de los presos políticos, se inhabilita ilegalmente a los candidatos de la oposición y no admite veeduría de la OEA en las elecciones. Da rabia oírle decir a Maduro , Diosdado Cabello y a Delcy Rodríguez la canciller, que en su país opera la organización más avanzada del mundo, de la protección de los derechos humanos, como también da rabia ver como Mercosur, Bolivia, Ecuador, Argentina y Nicaragua, apoyan la dictadura castro-chavista de Nicolás Maduro.
Pero más rabia me da, ver cómo todos estos hechos que producen indignación al pueblo colombiano, son aceptados tácitamente por el gobierno de Santos, que al parecer le teme Maduro, porque Venezuela es un país garante del proceso de paz de La Habana. Y lo más triste es que si la paz se llega a firmar, en un futuro no muy lejano, podríamos estar padeciendo los males que afectan a la actual Venezuela.