El candidato a la Alcaldía de Montería, Carlos Ordosgoitia, dejó pensando a más de un ciudadano. E hizo echar mano de la malicia indígena para medir el grado de posibilidad de la oferta que acaba de lanzar a sus electores potenciales:
Si lo eligen como nuevo burgomaestre de la capital de Córdoba, su administración no cobrará impuesto predial sobre las residencias que no tengan acceso a los cuatro servicios básicos que son: Acueducto, alcantarillado, energía eléctrica y gas domiciliario. El peor librado sería el servicio de alcantarillado porque la ciudad tiene barrios enteros que carecen de él, aunque muchos sectores tampoco tienen agua ni energía eléctrica. (En algunos escenarios el actual alcalde Carlos Correa se ha ido de la lengua al sostener que «prácticamente» la cobertura de alcantarillado es del 99%). Son miles las viviendas cuyos moradores soportan estoicamente el infame espectáculo de ver correr junto a sus casas aguas negras, malos olores, cómo se crían plagas y mosquitos y se gestan enfermedades.
El candidato del Centro Democrático ¿le habrá «tirado suficiente lápiz» al asunto? ¿Cuánto plata dejaría de percibir el fisco local? ¿Qué eventuales acuerdos adelantó con Proactiva? ¿A partir de cuándo entraría en vigencia? ¿No sería mejor proponer alcantarillado al cien por ciento, un derecho del pueblo para su mejor calidad de vida, que permitir que siga soportando suciedad, malos olores y enfermedades a cambio de unos centavos?
El cien por ciento sería una promesa de mayor peso contra la cual -infortunadamente- se estrellaron muchas administraciones cuyos candidatos en su momento, ávidos de votos y de poder, prometieron irresponsablemente lo divino y lo humano para salir después con un simple chorro de babas.