El camino emprendido hacia la normalización de los vínculos entre Cuba y Estados Unidos dependerá del levantamiento del bloqueo, que sigue en completa y plena aplicación.
Estados Unidos sufrió el pasado martes 27 de octubre la mayor derrota registrada en Naciones Unidas, al ser aplastado por el voto casi unánime de la comunidad internacional a favor de una nueva Resolución que rechazó el genocida bloqueo de Washington a Cuba.
El gobierno norteamericano, y como era de esperar el régimen de Isarael, fueron los únicos que se opusieron al dictamen de Naciones Unidas, adoptado por 191 votos a favor, dos en contra y cero abstenciones, lo que constituyó un record.
Solo Israel, aliado de guerras y asesinatos, acompañó a Estados Unidos, cuyo representante en Nueva York ni siquiera supo explicar por qué la administración del presidente Barack Obama mantiene aún el cerco económico, comercial y financiero a la mayor de las Antillas, a pesar de haber restablecido recientemente las relaciones diplomáticas.
Estados Unidos recibió críticas de un grupo numeroso de representantes de diferentes naciones, que en sus intervenciones refutaron enérgicamente esa frustrada política agresiva de sucesivas administraciones de la Casa Blanca.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, aclaró que el camino emprendido hacia la normalización de los vínculos entre ambos países dependerá del levantamiento del bloqueo, que sigue en completa y plena aplicación. «La guerra comercial, económica y financiera contra Cuba es un verdadero genocidio y el principal obstáculo para el desarrollo de su pueblo, que desde hace más de 50 años sufre las consecuencias de esa conducta hostil de su más cercano vecino del norte», subrayó.
Rodríguez retó al delegado de Washington en la ONU a no mentir, quien se limitó a leer un pequeño papel sin contenido alguno.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba reafirmó que la isla jamás renunciará a sus principios, y seguirá estando en la primera trinchera de la solidaridad y la lucha en favor de la paz, las causas justas, y contra las guerras y las agresiones. Añadió que sus compatriotas defenderán su soberanía y su independencia, sin claudicación alguna, y continuarán por el mismo camino en busca de un socialismo mejor, más justo y equitativo.
La estrepitosa e histórica derrota de Estados Unidos en Naciones Unidas se la buscó por su prepotencia imperial, que lo ciega y le impide admitir que ya no es el dueño del mundo, ni mucho menos.
Una salida elegante e inteligente, que se vería incluso como un gesto hacia Cuba y la comunidad internacional, hubiera sido que Washington se abstuviera en la votación o simplemente abandonara la sede de la Asamblea General de la ONU. Los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca y sus asesores siguen sin aprender las lecciones, como los alumnos peores de una clase que terminan por desaprobar y quedar en ridículo ante los demás.
Estados Unidos volvió a hacer ese papelón, que quedará registrado como el peor de su historia en las Naciones Unidas.