La construcción del futuro puerto marítimo de Córdoba, en las playas de San Antero, es algo gratificante que alienta el espíritu de un departamento acostumbrado a ocupar los últimos lugares en las estadísticas nacionales de desarrollo.
Muchos se atreven a anticipar que esta obra será el verdadero punto de partida hacia el progreso.
El recorrido para llegar hasta este momento estelar ha sido largo y lento, pero no asi, el ritmo que le imprimió durante sus tres años de gobierno, el ex sacerdote sociólogo y gestor de la iniciativa, Angel Villadiego Hernández, cuando el siglo XX agonizaba. Villadiego convocó a sus paisanos, invitó a creer en la obra y contó con la fortuna de tener al abogado Ernesto Vergara Parra, como su brazo derecho en la gran aventura que acababan de emprender. Cuando llegaron los holandeses a hacer los primeros estudios y a buscar el sitio adecuado, todo fue un acontecimiento. Igual que cuando en San Antero se firmó el Acta de Compromiso y se dio vida a la Sociedad Portuaria de Córdoba.
De ahora en adelante el proyecto portuario generará muchas noticias pero no tanta polémica y escepticismo como en aquellos comienzos cuando Villadiego tomó como propia una frase lapidaria para responder a los incrédulos. «Y después se dirá de nosotros: -lo lograron porque no sabían que era imposible».