Cuando en las democracias de papel las cosas andan mal, lo más apropiado para quienes desean demostrar lo contrario, es buscar los elementos necesarios que exhiban una apariencia.adecuada.
Esta reflexión la hacemos en momentos en que la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge, CVS, acaba de elegir en su flamante «asamblea corporativa», a cuatro alcaldes que harán parte del Consejo Directivo de la entidad durante un año.
Estos nombramientos se hacen sin ningún criterio ambientalista; solo para llenar los cuatro cupos que manda la ley. En este cuadro directivo se nombra un representante del presidente de la república, otro del ministro del Medio Ambiente y otro del gobernador de Córdoba. El sector privado tiene dos asientos super recalentados por Jorge Doria (presidente de la Cámara de Comercio de Montería) quien completará 24 años de estar allí después de su última reelección de 4 años más y Alvaro Pineda, 20 años, representando al alicaido gremio algodonero. También hay 2 representaciones de comunidades indígenas y 2 de ong’s.
Mientras ellos calientan sillas, Córdoba se debate entre la vida y la muerte ambientalmente hablando. Las estaciones piscícolas de Mocarí y Ayapel, están inactivas. La madera decomisada en Mocarí se está pudriendo, la maleza invade el lugar y el vivero desapareció. Hay poca siembra de alevinos y Urrá salva de la debacle al hacer aportes para la estación de Lorica por orden ministerial después de construir su hidroeléctrica. La mayor parte de estos directivos son copartícipes de descalabros de la CVS al prescindir de empleados sin justa causa. Las demandas representan más de mil millones de pesos. Las ciénagas siguen siendo desecadas, la erosión está imparable, los bosques desaparecen y el pescado es historia. Con tantas calamidades, ¿qué hacer con un impertérrito consejo directivo de papel?