«Cuando se pelea mal y se pierde, hay que reconocerlo. Muchas veces, por las limitaciones en que vivía, llegaba mal preparada en busca de un título. Sólo pensando en los pesos que iba a ganar».
Caucasia.- Poco tiempo después de ponerse los guantes, le sugirieron saltar al profesionalismo y a la vuelta de pocas semanas la enfrentaron contra Ana Pascal, la campeona panameña apodada «Mano de Piedra», quien peleó desde niña en la calle, luego estuvo presa en una cárcel de Estados Unidos y finalmente se dedicó al boxeo sin hallar contrincante a su paso.
La monteriana Liliana Palmera, que apenas daba sus primero pininos en el pugilato, sufrió una amarga derrota en ese año del 2001. Una derrota suficiente como para mandar todo a la porra y dedicarse a hacer otra cosa menos estar metida en un ring. Pero no se amilanó y siguió a pesar de todas las adversidades deportivas que sobrevinieron como ser derrotada nueve veces estando expuesto el título mundial que le fue siempre muy esquivo hasta que en la décima ocasión se le dio la «vencida».
Liliana también entendió con el tiempo que la mayor preparación, el mayor fogueo debe intentarse a nivel amateur antes de saltar al profesionalismo. Pero no tuvo quien honestamente le mostrara el camino. Solamente su entereza, su persistencia y su orgullo le impidieron tirar la toalla y hoy, como campeona y con tres defensas airosas, mira desde otra perspectiva todo lo que quedó atrás y le sirve para reflexionar y comprender muchas cosas.
«Creo que no me dejaron madurar lo suficiente y de una vez me enrolaron en el profesionalismo adonde llegué poco preparada».
Liliana Palmera nació en el corregimiento de Las Palomas perteneciente a la capital cordobesa, hace 31 años, y alterna el boxeo con el cuidado de sus dos hijos en una modesta vivienda de la periferia de Montería.
Ni el gobernador Alejandro Lyons, ayer, ni Besaile hoy, ni el alcalde Carlos Correa ayer ni Marcos Pineda ahora, han dicho esta boca es mía para ofrecerle una casa digna que merece esta joven mujer que aspira hacer cinco o seis defensas más y luego retirarse. Porque no todos los días se tiene una campeona mundial de boxeo en casa, que permite reconciliarnos con la vida, con nuestra identidad y con nuestra idiosincrasia.
A Liliana Palmera la encontramos en Caucasia el día de la llegada de la campeona gallo, Dayana Cordero, título conquistado en El Salvador al derrotar a la panameña Sayda Mosquera.
Liliana fue invitada por el Municipio a través del ex alcalde Vicente Delgado. «Vine a felicitar a Dayana personalmente; es una compañera del mismo deporte que ha entrenado con mucho sacrificio y con muchas ganas de ser campeona. Hace dos años nos encontramos en Panamá y supe todo lo que le pasó con los entrenadores, pero nunca dejó de entrenar ni abandonó el optimismo».
Dayana -añadió Liliana- siempre perseveró. La veia entrenar permanentemente a pesar de ser muy joven. Cuando estuve en Panamá me dijo que iba a ser campeona mundial. Y yo le contesté: -Buena esa, pa’ lante, que yo estoy en las mismas.
A pesar que yo tuve que recorrer un largo camino en el cual combatí nueve veces por el titulo. Yo sabia que algun dia Dios me iba a ayudar a ser campeona mundial».