¿Insignificante?

La flamante Secretaría de Desarrollo Económico y Agroindustrial de Córdoba, que no era otra cosa que la Secretaría de Agricultura, sufrió hace más de 10 años ese cambio de nombre para ver si así operaba el milagro que ningún gobernador ni ningún titular de esa dependencia, ha logrado: poner a marchar el campo como es debido, llenarlo de maquinaria agrícola, de semillas, de cultivos, de bodegas, de créditos oportunos, de asistencia permanante, de ingenieros agrónomos y forestales, de tecnólogos agropecuarios, biólogos y todo ese contingente humano de profesionales que no se sabe en que día desgraciado pasó al uso de buen retiro, perdiéndose una gran oportunidad para Córdoba.
En Colombia todavía creemos que cambiando el nombre al santo nos puede hacer el milagro. Por eso muchos ministerios se llaman hoy una cosa y mañana otra; por eso el Instituto Nacional de Abastecimiento, INA, lo rebautizaron Instituto de Mercadeo Agropecuario, Idema; por eso el Incora, se llama Incoder; por eso el Desarrollo Rural Integrado, DRI, ya no sabemos qué nombre tiene o si desapareció. Como el DAS o el DNE. Y asi sucesivamente. Córdoba, departamente orgullosamente agropecuario por excelencia, no levanta cabeza porque no consiente a la que debe ser su dependencia estrella: la Secretaría de Desarrollo Económico y Agroindustrial convertida en una insignificante pobretona de segunda categoría, sin presupuesto, sin proyectos de envergadura, sin horizontes claros, sin agresividad para el trabajo. Atenida a lo que diga Bogotá o el gobernador de turno y vegetando ahí para pagar favores políticos.

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