Montería. Aunque todavía no se puede cantar victoria, es incuestionable que la presencia de Urrá aquietó la sequedad en la garganta de los cordobeses, permitió que siguieran dándose su más de un baño diario y cambiar de ropa sin sentirse pegajosos ni oliendo a mico o a pachulí. El agua que Urrá tenía almacenada en su embalse del Alto Sinú, fue racionalizada con mucho tino y cuidado, para no dejar de generar energía, que es su negocio; para no dejar que se secara el Sinú y para que la esperanza del retorno de las lluvias se mantuviera viva. El embalse está en su tope mínimo pero ya se escuchan los truenos y se opaca el cielo. Detrás de todas estas acciones hubo un equipo profesional encabezado por los ingenieros Alfredo Solano Berrío y Rafael Piedrahita, presidente y gerente Ambiental de Urrá, en su orden, a quienes Montería y Córdoba les guardan agradecimientos.