NOTA DE REDACCION.- El escritor e investigador caucasiano, Enrique Aldawe, se inspira en la vida deportiva de Dayana Cordero, campeona mundial de boxeo, y le dedica sentidas palabras de admiración.
Dayana,tu historia es joven cual tu rostro y está adornada con el filón de tus maderas, que llenan tu alma de hidalguía y trasparenta el polen de tus eras. Desde niña capeaste las tormentas y como a la espalda de tu propia guerra, asomaste las orillas de tus ojos al circundante espacio sin fronteras. La elástica membrana de tus manos se encendía con volcánicos sucesos e izaban tus músculos de niña como barro de ignota alfarería. Volar sus ilusiones es propio de los niños, que ríen y saltan cada día. Algo tienen de aves los pequeños que ríen y sueñan a porfía. Mil batallas cegaban tus caminos, pero en medio de tus brazos se crecieron panteras y fieras luminosas que alumbraron con quilates tu destino. Hipotecaste el corazón Dayana, porque tu sueño era un huevo de oro en un nido desolado y torvo; mas volaste con alas como el águila, hasta los riscos más altivos y a los cubiles más hondos. Madre e hija, escudo y valentía dispuestas contra el mundo para amarrar los rayos que estallaron amenazando tu flor de fantasías. Tu empeño forjado con ahínco es un racimo de luceros reflejado en la corriente sin control de un río. Truenan tus huesos encendidos, apretuja más el oleaje. Es difícil acunar las ilusiones cuando el lecho donde yacen, es cruento desigual y frío.
Lágrimas, sudor y llanto. Negados los derechos en países extraños, donde quisieron acabarte. No pudieron hacerlo, habría que abrirte las arterías para borrar la fuerza de tus venas. Volviste radiante a tus raíces con una vastedad de triunfos a la espalda y en la boca un grito de azucenas.Tantas veces tu cuerpo deshojado pidió tregua y solaz para la pobre osamenta quebrantada, pero no había pausa, el ardor del triunfo corría al trote, hacia la bella ilusión acariciada. Hoy, ya campeona te bañas en un río de humildad, donde tu pueblo esculpe tu nombre con mayúscula y gotas de fraternidad. Alzas el galardón dorado y tu mansedumbre de paloma pensativa invade la ciudad. Cerca al Cauca está tu corazón donde otros niños navegan con sus sueños en otros pobres barcos de papel, con marineros imaginarios que cantan coplas llenas de ilusiones y de mies. Tú ya tienes morada en tu vereda. Será una casa hermosa con paredes del color de tu bandera. En ella sembrarás tus hijos y el amor dorará los panes y los higos. Deseamos que desde las cucharas limpias y buenas de tu casa, vuele la sopa a todos tus retoños y que por un milagro de justicia y de abundancia, llegue para entonces apetitosamente, un universo de panes, de sopas y de augurios a todos los chiquillos de Caucasia.
Que tu historia de siembras, de patria y de labranza, se repita entre los párvulos, sin que tengan que dejar la entraña sobre el suelo para depositar sobre ella la esperanza.