MONTERÍA.- Este es uno de esos avisos hechos de buena fe pero que exhiben advertencias inocuas. En la vía Circunvalar hacia Mocarí, Garzones y Cereté, abundan a lado y lado los campanos. Dan mucha sombra, refrescan el paso, oxigenan el ambiente pero sus elevadas y frágiles ramas se precipitan con cualquier vientecito con pretensiones de ventarrón. Para el conductor no hay tiempo de prevenir una sorpresa y usualmente las ramas caen, golpean vehículos y lesionan pasajeros. La solución es dolorosa: podar las ramas altas y alejar así las sorpresas desagradables.