El inesperado triunfo de Donald Trump sobre Hillary Clinton, que lo catapultó a ser el presidente 45 de EE.UU. le dio vía libre a que intervenga directamente en el proceso de paz inconcluso que se realiza en la Habana, entre el gobierno de nuestra patria y la narco guerrilla de las Farc.
El comentario salido de tono, del presidente Santos ante la realeza británica, justificando la no aprobación del acuerdo de paz firmado el 26 de septiembre, provocó el rechazo de los dirigentes del no, por lo que a su regreso de Londres y a regaña dientes, ordenó a su equipo negociador regresar a la Habana, para que lo más pronto posible las Farc acepten las reformas necesarias propuestas por los sectores del NO, para firmar el nuevo acuerdo de paz. Hay propuestas que van a ser difíciles de negociar con las Farc, si se sostienen en que “lo firmado firmado está”. Para Santos, la elegibilidad política de guerrilleros, la reparación de las víctimas y los costos de la implementación del acuerdo, son temas más difíciles de aprobar y de no lograrlo, se puede ir el traste el acuerdo de paz.
Para Herbin Hoyos, Sofía Gaviria y Diana Sofía Giraldo (tres cruzados a favor de las víctimas) es hora de exigirle a las Farc que digan qué hicieron o dónde están 400 secuestrados desaparecidos y qué pasó con sus bienes. Que acepten que tienen miles de millones de pesos en paraísos fiscales con los que pueden reparar a miles de sus víctimas y que entreguen a los niños que aún tienen en sus filas.
Todo esto debe quedar claro en el nuevo acuerdo que se debe firmar antes de finalizar el año. De no lograrse se corre el riesgo de que se pierdan los millones de dólares que Obama y varios países europeos van a dar a Santos, para cubrir los gastos del posconflicto.
Es temprano para saber cuál va a ser la actitud de Donald Trump hacia el gobierno colombiano, pues al escribir esta columna, todavía no ha dado declaraciones de apoyo o no al acuerdo de Santos con las Farc. Lo que sí se sabe es que detesta a los terroristas y si no se ha firmado el acuerdo de paz el 20 de enero próximo, cuando asume la presidencia, no se sabe qué pueda ocurrir, pues es impredecible.
Presidente Santos, si esto se llega a dar, lo mejor es que renuncie y no le da más largas a este asunto que le ha costado millonadas, sosteniendo por 4 años a los guerrilleros a cuerpo de rey en La Habana.