Prosigue el dolor

Las EPS y las IPS siguen siendo protagonistas directos e indirectos del dolor y agravamiento de la salud de miles de pacientes no sólo en Córdoba, sino en todo el país. Porque se trata de un mal nacional.
Está bien que se diga que al presidente Juan Manuel Santos, por concentrar todos sus esfuerzos para procurar la paz definitiva para los colombianos, se olvidó transitoriamente de la salud de los mismos. Pero están sus agentes.
Desde el ministro y el viceministro, los secretarios de salud seccionales y municipales hasta los gerentes de hospitales y de las IPS y de las EPS, todos ellos personas dueñas de un comportamiento ético y una carga de responsabilidad profesional que debieran sacar a relucir en momentos tan dramáticos como los actuales.
Pero no. Pasan por un costado. Se ocultan con sus propias sombras o soslayan los problemas con términos melifluos y no comprometedores. No hay un hombre en estas dependencias que haya pegado el grito en el cielo. Que se haya horrorizado con lo que está pasando diariamente con miles de colombianos cuya salud está afectada. No han sacudido ninguna dependencia en pos de una solución verdadera ni mucho menos han presentado propuestas osadas, valientes y resueltas.
El dolor prosigue y se campea en los vastos salones donde se esperan citas urgentes que no dan; en las ventanillas de las cirugías fallidas, en las farmacias donde no entregan las drogas completas o donde devuelven al enfermo por cualquier irregularidad, provocada por las mismas entidades de salud.
¿Hasta cuándo?

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