Coautor del documental «Impunidad», que plantea críticas al proceso de desmovilización de paramilitares en el gobierno de Álvaro Uribe.
Caucasia.- Ante todo, el periodista Hollman Morris es un iconoclasta. No cree en cuentos chinos, ni en historias de brujas, ni en verdades reveladas en boca de unos pocos avivatos, ni en ídolos de barro ni en las arrogancias del poder.
Es un hombre serio, disciplinado, apegado a la verdad, profundamente humano y como si fuera poco, defensor a ultranza de los derechos humanos. Por estas razones y por muchas más, se ha ganado la antipatía de muchos gobernantes como Alvaro Uribe, quien, según sus adversarios políticos está hambriento de poder por creerse el elegido de los dioses y el ungido del Olimpo.
Si el periodista Hollman Morris Rincón hubiera nacido tres o cuatro décadas atrás, se habría ganado la animadversión de monseñor Miguel Angel Builes, aquel prelado paisa que incitaba a la violencia, despotricaba desde el púlpito contra los liberales, los condenaba al fuego eterno y al ostracismo, supuestamente por comunistas y ateos.
O Laureano Gómez le habría declarado una persecución endiablada, si se tiene en cuenta su sectarismo enfermizo contra todo lo que oliera a reivindicación, a renovación y a libertad.
Este Hollman Morris, de carne y hueso, de 47 años, es el que acaba de visitar a Caucasia para dictar una conferencia en el marco del foro-taller «Periodismo y Paz en el Bajo Cauca», bajo los auspicios de la Agencia de Prensa y el Observatorio de los Derechos Humanos del IPC, llevado a cabo en un auditorio del Hotel Caucasia.
Nuestro personaje se ocupó de temas relacionados con la importancia del periodismo en la construcción de la paz, los resultados del plebiscito, la propiedad de la tierra en Colombia, la memoria, el fenómeno de las redes sociales, la democratización e importancia de los medios de comunicación regional, entre otros.
A lo largo de su carrera ha sido galardonado con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Human Rights Annual Defender de Human Rights Watch.
Su labor lo ha hecho objeto de múltiples amenazas contra su vida. Las primeras vinieron del jefe paramilitar Carlos Castaño a fines de 1990 y lo obligaron a exiliarse en España hasta 2003. Durante el gobierno de Álvaro Uribe, Morris fue acusado de tener vínculos con las Farc, los cuales no han sido nunca probados. También recibió amenazas contra su vida y presuntamente fue víctima de interceptaciónes ilegales por parte del DAS, dependencia bajo la orientación directa de la Presidencia de la República. Fue detenido en dos ocasiones y partió de nuevo al exilio a Estados Unidos, donde se refugió hasta el 2012, cuando volvió al país para asumir la gerencia del Canal Capital y buscar luego una curul en el Concejo de Bogotá.
“Mi oposición no ha sido solo frente al gobierno de Álvaro Uribe, siempre ha sido a las prácticas que van en contra de los derechos humanos, de la paz y la reconciliación”, dijo Morris, quien estuvo 14 años dirigiendo el programa de televisión Contravía, que lo llenó de reconocimientos periodísticos y le permitió llegar hasta lugares remotos e inhóspitos en busca de la noticia verdadera.