Ciénaga de Oro, Córdoba, (Por Domingo José Rozo) .-Como una historia para no creer, recordando un poco los memorables sucesos de Ripley, pescadores con sus atarrayas, llegaron hasta el viejo puente de punta de Yánez, corregimiento del mismo nombre, con la intención de sacar de las entrañas del caño Flor de Aguas Prietas unos cuantos peces o “cheres”, como se le conoce al bocachico de menor talla.
Una vez en el lugar, y sin pensarlo dos veces, con pasos sigilosos al mejor estilo de caza del más experto felino, con atarraya en mano, a un extremo de la vieja estructura y cuando creyó que era el momento propicio, con un suave movimiento giró su cuerpo lentamente y a pulso sostenido, abrió la red hasta el primer puntazo dado por el artesano.
Luego esperó el tiempo prudente para cerciorarse si algún animal intentaba escabullirse, pero nada. Sólo algunas sardinas asustadas saltaron en señal de burla de aquella faena.
Un tanto desconcertado, el humilde pescador lentamente decidió halar su red, pero algo andaba mal, esta se había atascado.
Su desconcierto fue mayor al ver que tenía que tirarse para desenredar el nylon, y así lo hizo.
Hasta ese momento todo era normal, pero las cosas comenzaron a cambiar cuando al salir de la superficie vio que en vez de pescados, su atarraya había atrapado a una motocicleta Eco de Luxe.
Desde ese momento las personas una a una fueron llegando, sin poder creer lo que estaba pasando.
Luego llegaron las autoridades y crecían los curiosos y sus interrogantes: “-¿cuál fue la suerte de su conductor? -¿estará vivo? -¿estará muerto?”.
En fin, hasta ahora eso no se sabe.
Pero alguien entre la multitud dijo: “lo creo porque lo estoy viendo. Unos kilómetros abajo encontramos hace aproximadamente dos años un ataúd con restos de un cuerpo que también nadie sabe cómo fue a dar al fondo de este mismo caño.
Moradores del lugar esperan que este misterio, al igual que el del ataúd pueda ser resueltos por las autoridades y si no, llamar a Sherlock Holmes.
