Estado socrático

Frente a todo esto, el gran ausente es el ciudadano, que permanece indiferente o normaliza este estado de cosas.

Juan Beneyto, en su libro Historia de las Doctrinas Políticas, señala que la igualdad y la justicia, constituyen los fundamentos del Estado Socrático.
Cuánta agua ha pasado bajo el puente para llegar en Colombia a la tragicomedia que hoy padecemos y vivimos. Somos el cuarto país del mundo más desigual e inequitativo, tenemos a los agentes de los tres poderes del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial, ante los tribunales -que han perdido credibilidad- a las puertas de la cárcel o dentro de ellas. Es decir, no contamos ni con igualdad, ni con justicia. Nuestro Estado no tiene fundamentos de acuerdo con un buen ciudadano, que lo fue Sócrates.


El ex fiscal anticorrupción, procesado, confronta su “vergüenza” -es posible que no la tenga- de corrupto con la de sus pares, los senadores, Musa, “Ñoño” y los exmagistrados Bustos y Ricaurte, que de paso deja testimonio de la corrupción en ciertos policías, que no solo aceptan el soborno, si no que le brindan escolta al delincuente; mientras el Consejo Nacional Electoral y la Comisión de Acusaciones, diluyen los señalamientos de corrupción en las campañas presidenciales recientes que involucran al presidente y su opositor, en el mismo delito: corromper para “gobernar”.
El gran ausente es el ciudadano, que permanece indiferente, afirmando que “siempre ha sido así” o “que esto no tiene cambio”. Olvida que en él radica la soberanía del poder que hoy debe rescatar de los clanes regionales y nacional que le han secuestrado, poniéndolo a su servicio para saquear la hacienda pública.
Se habla de partidos o movimientos políticos que ni sus mismos miembros respetan, saliendo a buscar candidaturas mediante firmatones, que asaltan la emotividad, la irresponsabilidad y la incultura política de las personas que en muchos casos firman sin mayores miramientos de lo que dicho acto implica para su presente y su futuro.
Sócrates, como buen ciudadano fue coherente. Y nosotros debemos serlo si queremos que Colombia merezca ser el Estado que queremos: equitativo y justo.Se tienen indicios serios o se conoce quiénes son los corruptos en los distintos ámbitos territoriales. Debemos visibilizarlos, retirarles el respaldo que reclaman y acompañar a quienes apoyemos para que “manden obedeciendo” nuestra orden soberana de ciudadanos.

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