Montería tiene hoy 73 torres con alturas entre seis y 25 pisos y este ritmo no se detiene. Veinte años atrás, se contaban con los dedos de la mano.
Montería.- La «Perla del Sinú», dejó muy atrás las corralejas de las carreras 4a. y 5a. entre calles 36 y 37; las carreras de caballos en la Avenida Primera; las riñas de gallos a la entrada del barrio San José; las vías polvorientas del centro de la ciudad y la bucólica y descomplicada vida de mediados del siglo pasado.
Lo único que falta ahora es que surja un poeta al estilo del tuerto López, -que a través de los zapatos viejos le cantó a su Cartagena del alma- que haga una resumida evocación de todo ese pasado envuelto de encanto, de mitos y leyendas, de buenas costumbres y de gente buena, tradicional y transparente; donde las casas con techo de zinc o de palma prevalecían en el paisaje cotidiano y cuando aún las familias disfrutaban en el patio o en el umbral, contaban sus cuitas, recordaban acontecimientos o hablaban del futuro.
Hoy poco queda de la vieja ciudad perteneciente al departamento de Bolívar que al comenzar la segunda mitad del siglo pasado decidió formar rancho aparte y responder más directamente por su destino en medio del turbión de modernismo y desarrollo que hoy la envuelve. Esta nueva perspectiva ha traído cosas buenas y cosas malas en materia de obras públicas.
Por eso nuestro interlocutor, el ingeniero civil y actual presidente de la Sociedad Cordobesa de Ingenieros (agremiación adscrita a la Sociedad Colombiana de Ingenieros) Emiro Valverde, absolvió en apretada síntesis algunas de esas percepciones, desde su ventana ingenieril:
«Creo que entre las cosas buenas hay que mencionar su crecimiento y desarrollo urbanístico y las obras que se están ejecutando con recursos de la Nación», sostuvo el veterano profesional, quien ha ocupado la presidencia gremial en varias ocasiones. Valverde, egresado de la Universidad de Cartagena, fue gerente de las Empresas Públicas, secretario de Hacienda municipal, constructor e interventor de diferentes proyectos como el edificio de Davivienda, ubicado en la Carrera Primera con Calle 30 y de 197 casas del barrio Mogambo, entre otros. La agremiación que preside tiene cerca de 250 afiliados y fue fundada hace 32 años.
«La construcción y expansión de la Ronda del Sinú hacia el sur de la ciudad y en la margen izquierda del río son hechos positivos», recalcó. Mencionó el futuro paso elevado de la Circunvalar junto al antiguo Asilo de Ancianos y la pavimentación ordenada de calles, carreras y andenes del centro de la ciudad. En ese orden de ideas citó el nuevo puente sobre el río Sinú que sustituirá al metálico construido por Rojas Pinilla en la década de los 50; la Villa Olímpica, los pasos peatonales; la nueva subsede de la Alcaldía en la margen izquierda, a punto de inaugurarse; la mayor cobertura del alcantarillado y el futuro paso elevado también en la Circunvalar en la intersección de la calle 41.
El presidente de la agremiación de ingenieros exteriorizó su preocupación
por lo que podría convertirse a corto plazo en restricción del servicio de acueducto en desmedro de las áreas rurales y de la ciudad misma por el aumento acelerado de complejos habitacionales. Valverde considera que se necesitan nuevas plantas de acueducto como Sierra Chiquita o Las Iguanas para ir adelante de las necesidades futuras; la falta de alcantarillado pluvial que obligaría en el futuro a romper todas las calles que hoy están pavimentadas; no hay planificación de la expansión o mejoramiento de los colectores del alcantarillado sanitario o de aguas negras; consideró que hay que reconstruir y ampliar los canales de aguas lluvias de los barrios de Montería.
El ingeniero Emiro Valverde consideró de otro lado, como factores negativos, la incultura ciudadana que arroja basuras en parques, calles y canales de aguas lluvias; la reducción del área de las calles para el estacionamiento vehicular; la mala presentación para propios y extraños del centro comercial de la calle 41 con carrera 5a. que se convirtió en un elefante blanco de más de 20 años. La falta de glorietas en la Circunvalar para facilitar retornos inmediatos.
Reconoció que no se puede frenar el crecimiento de la ciudad pero podría el Municipio destinar recursos para que las viejas casas del siglo pasado que aún sobreviven, puedan ser restauradas y conservadas para contarle a las generaciones futuras cómo era la vieja Montería que muchos de sus hijos aún siguen llevando muy dentro del corazón.