Caucasia.– En el Bajo Cauca rondan el miedo, la zozobra y la incertidumbre, por violencia que vienen ocurriendo. La primera alarma se produjo el 28 de diciembre -3 días antes de concluir el 2017- cuando fue lanzada una granada en una discoteca de la Avenida Pajonal. Después de este hecho en el que 31 personas resultaron heridas, sobrevino una racha de asesinatos selectivos en Caucasia, 12 en total, que se prolongaron a lo largo de enero del 2018; también ocurrieron desplazamientos forzados a causa de enfrentamientos entre bandas criminales y el ELN, en el corregimiento de Puerto Colombia, en Cáceres, en El Bagre, Zaragoza y San José de Uré. Pero eso no fue todo. Luego se cometió una masacre con saldo de 7 muertos en el vecino Yarumal; el homicidio de una hija del gobernador indígena de un cabildo de Zaragoza, asesinatos en Tarazá, enfrentamientos del Ejercito con el ELN en Puerto Raudal, Valdivia, la quema millonaria de maquinaria del consorcio Autopistas del Nordeste, entre Puerto Triana y El Escarralao, el asesinato del lider cultural de Cáceres, Sigifredo Córdoba y la circulación de panfletos intimidatorios en Caucasia y el Nordeste Antioqueño. Motivos suficientes para que la comunidad del Bajo Cauca y del sur de Bolívar, mantengan una zozobra permanente. «En la región operan grupos armados organizados: el Clan del Golfo, Autodefensas Gaitanistas de Colombia, el ELN y desertores de las Farc, en disputas del territorio por el microtráfico y cultivos ilícitos», sostuvo Victoria Eugenia Ramírez Vélez, secretaria de Gobierno de Antioquia. Todos estos acontecimientos, ocasionaron el pronunciamiento y protesta de la ONU, ante el gobierno nacional.