RÍO DE JANEIRO, Brasil.- Durante la presidencia de Lula, entre 2003 y 2010, alrededor de 30 millones de brasileños se elevaron por encima del umbral de la pobreza y se sumaron a la economía de mercado.
Ese es un logro reconocido tanto por los partidarios como por los detractores de Lula, algo que aumentó su apoyo en el país.
La mejora fue en todo Brasil y llegó a rincones que antes quedaban al margen de esos beneficios, mediante programas sociales, elogiados internacionalmente.
Durante el mandato de Lula también hubo una mejora del sistema educativo y se crearon becas para asegurar que los estudiantes más pobres tuvieran acceso a la educación superior.
Lula impulsó los cambios a su manera y cosechó las recompensas: dejó la presidencia con cerca de 80% de aprobación.
Cuando Lula concluyó su mandato, había una economía en auge, una tasa de desempleo inferior a la de Estados Unidos o Alemania y un optimismo sobre el futuro de Brasil inédito en décadas.
La nueva clase media accedía a mejores trabajos y salarios, alimentando el consumo.
Todo esto sucedió en medio de un boom en los precios de las materias primasque impulsó la producción en Brasil y toda América Latina, con crecientes exportaciones, ingresos e inversiones.
China descubrió el mineral de hierro, la carne y la soja de Brasil, entre otros productos.
Durante la presidencia de Lula, Brasil también descubrió enormes reservas de petróleo en aguas profundas que aumentaron el optimismo económico y el valor de la petrolera estatal Petrobras, a la postre clave en el escándalo de corrupción que involucra a Lula y a otros políticos.
Pero mientras duró la bonanza, hubo suficiente riqueza para que Brasil escapara ilesa de la crisis financiera mundial: fue uno de los últimos países en entrar en recesión en 2008 y uno de los primeros en salir en 2009, y sin que un solo banco se hundiera.
Y Lula también se llevó crédito por esto: la recesión y caída de los precios de las materias primas llegaron con el gobierno de su sucesora y correligionaria, Dilma Rousseff.
Fue ella quien recibió la mayoría de las críticas por esos problemas y otros que Brasil arrastraba del pasado, como la falta de inversión en infraestructura o los altos niveles de deuda pública.
La sucesora de Lula sufrió un desplome de su popularidad y finalmente fue destituida en 2016 por manipulación presupuestal, pero esto paradójicamente