Cuando un alumno escucha la lección por parte del profesor, un día después sólo recordará el cinco por ciento.
Además de las listas de textos escolares, maletas, uniformes y loncheras, el ingreso de los niños al nuevo año escolar debería acompañarse de reflexiones y balances de los maestros sobre la pertinencia de algunas de sus prácticas didácticas. Mencionaré algunas que me inquietan como madre, me asombran como pedagoga y me interpelan como formadora de formadores; les dejo dos para un debate más amplio.
La primera y más recurrente, la copia sistemática del texto escolar al cuaderno, de contenidos, evaluaciones y resúmenes. Esta práctica de carácter masivo desconoce dos hechos fundamentales: que los estudiantes tienen diversas formas de aprender, algunos muy lógicos, probando por ensayo-error, otros muy metódicos y reflexivos aprenden leyendo e investigando, la copia los desespera, otros más sociables aprenden escuchando y compartiendo, les gustan las propuestas cooperativas de trabajo, otros emocionalmente elaborados se basan en el sentido común, otros son sensoriales, aprenden practicando, la copia los deprime. Adicionalmente la práctica de la transcripción, en términos cuantitativos, no aporta; los estudios concluyen que cuando un alumno escucha la lección por parte del profesor, un día después sólo recordará el cinco por ciento, con sólo leer lo hará un diez por ciento, pero si además argumenta su aprendizaje aumenta a un veinte por ciento, si se escucha, lee, argumenta y aplica el estudiante incorpora cognitivamente al día siguiente un setenta y cinco por ciento. Así las cosas ¿cuál será el sentido pedagógico de la copia del texto escolar al cuaderno?
La segunda, la expresión afectiva del maestro, es vital no solo en el proceso de aprendizaje sino en la formación humana del estudiante; por lo anterior, son determinantes en la formación de nuestros estudiantes, la visión del mundo, el equilibrio emocional, los ademanes, y las normas de cortesía, y hasta las maneras de vestir de los profesores. En la niñez y adolescencia hay una fuerte inclinación por copiar conductas, recordemos que desde la prehistoria hasta el día de hoy los comportamientos son consecuencia de los procesos de socialización que se aprenden todos por imitación, de igual manera la resolución de conflictos, fundamental en la vida personal y profesional, puede ser negativamente influenciada a través de los gritos, los castigos masivos como fuente de control, “ por uno pagan todos”, por la incapacidad de los adultos para escuchar y, tal vez la más importante, la que forma ciudadanos, la imposibilidad de niños y jóvenes de expresar libremente sus desacuerdos y molestias sin miedo a una sanción.