Antonio, tranquilo; Pedro preocupado; Sebastian, al suelo

En una accion inusual, integrantes de comunidades indigenas del sur del pais desataron la ira heredada de sus antepasados y se “vengaron simbólicamente” de conquistadores españoles que a sangre y fuego aniquilaron en America a centenares de miles de grupos étnicos, durante la conquista que comenzó hace casi 500 años.

Montería.– Dicen que Don Antonio de la Torre y Miranda, quien fundo numerosos pueblos de la costa norte colombiana como Montería, Ciénaga de Oro, Sahagún, Sincelejo, Lorica, Arjona, Carmen de Bolívar, entre otros, cometió también sus pecadillos contra los indígenas, la historia no lo destaca como un español sanguinario que en cambio se acreditó Sebastián de Belalcázar al fundar Cali y Popayán entre otros pueblos. Para De la Torre y Miranda, fundar pueblos se convirtió en una afición muy acendrada. Por eso las estatuas que existen de él en los lugares fundados no correrían el peligro que corrieron las de Belalcázar al ser derrumbadas violentamente por indígenas del Cauca. En la misma situación de poco peligro podrían estar Don Pedro de Heredia en Cartagena y Rodrigo Bastidas en Santa Marta aunque los cartageneros que exhiben su estatua al frente de la torre del Reloj temen que alguien decida hacerle daño. Hoy por hoy para los grupos étnicos sobrevivientes y empujados hacia la selva, es claro que los conquistadores españoles vinieron a llevarse el oro y la plata descubierto en el nuevo continente. Asesinaron pueblos enteros, incendiaron y destruyeron todo vestigio de aquellos habitantes, impusieron un dios y una religión que no conocían y sometieron a la esclavitud y a vejámenes a todo aquel que se oponía a los designios del español.

Don Pedro de Heredia en Cartagena

Estatua de Sebastián de Belalcázar derrumbada en Popayan y Cali
Don Antonio de la Torre y Miranda en Montería
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